¿Esconder o destacar los baños públicos?
Destacar para localizar fácilmente o esconder para camuflar en el paisaje, ese es el principal dilema de los urinarios públicos y la mayoría de los arquitectos lo resuelve acercándose a uno de esos dos extremos. De Estados Unidos a Japón, pasando por Europa, un tour por el mundo de los nuevos baños públicos así lo de muestra.
Como un haz de paja
Gudrun Berschneider (1959) y Joahanes Berschneider (1952) diseñan, desde su estudio de arquitectura en Pilsach (Alemania), todas las escalas de la arquitectura: de restaurantes a museos pasando por viviendas, edificios de oficinas y… lavabos. Tras una primera experiencia envolviendo un aseo público con lamas de madera en Landgathof Meier, más recientemente los arquitectos firmaron los baños de un club de Golf en Lauterhofen (Alemania).
Se trata de un cubículo de acero inoxidable envuelto en troncos que, como un haz de paja abandonado tras la siega, busca si no camuflarse sí no desentonar en medio del prado artificial que es un campo de golf. El interior es muy sencillo, el acceso queda escondido y, curiosamente, la ventana es muy amplia.
Como una pieza de Land Art
El estudio norteamericano Miró-Rivera plantó 49 paneles de acero cortén de diversas alturas para camuflar un baño junto al Colorado, en el parque formado en las márgenes de ese río a su paso por el centro urbano de Austin (Texas). Las placas suben y bajan, pero siguen una línea curva que se pliega para esconder el lavabo y una fuente. El acero, como el parque, cambiará con el tiempo. Pero exigirá poco mantenimiento a este servicio público.
Baño escultórico
Con poco más de dos años de práctica profesional independiente, el japonés Bunzo Ogawa (1979) es ya todo un experto en lavabos públicos. Tras trabajar con Jean Nouvel, en 2008 se instaló cerca de Hiroshima para fundar su despacho Future Studio. En este tiempo, ha sembrado los parques de esa ciudad de pequeñas construcciones que él ha bautizado como Absolute Arrows. Se trata de pequeños habitáculos que se hacen notar para anunciar su uso como lavabo público. Lleva 12 construidos en dos etapas distintas.
En el asunto de la visibilidad de los lavabos es difícil llegar a un consenso. Tal vez por eso, un grupo de empresarios holandeses optó por la vía de en medio: ni visible ni invisible. Su aportación a la historia de los baños públicos ha sido un cilindro de acero inoxidable que, mediante un mecanismo hidráulico, brota del suelo a las 10 de la noche y se oculta a las 3 de la madrugada. Sin puertas y dividido en tres triángulos que acogen cada uno un urinario, el Urilift (que así se llama) fue ideado para reeducar a la gran cantidad de hombres que padecen incontinencia urinaria las noches de viernes y sábado y, sobre todo, por las zonas de bares. Los baños solo pueden ser empleados por hombres. Aunque la incontinencia no parece un mal fácil de localizar ni una costumbre nacional sí se perfila como una clara cuestión de sexo e internacional: desde que Urilift se formó como empresa, en el año 2005, ha vendido sus cilindros por 70.000 euros a ciudades dispuestas a pagarlos como Londres, Toronto o Dublín.
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Autoria:
La periodista e historiadora Anatxu Zabalbeascoa escribe sobre todas las escalas de la arquitectura y el diseño en El País y en libros como The New Spanish Architecture, Las casas del siglo, Minimalismos o Vidas construidas, biografías de arquitectos.
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